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lunes, noviembre 12, 2007

DOS TIPOS DE MANIPULADORES, EN DISTINTAS SITUACIONES

Un manipulador y una mujer con escasa autoestima, o excesiva sensibilidad, o empatía, no son dos medias naranjas que se unen. Son una mezcla heterogénea en donde siempre pierde quien más ama.

El manipulador se victimiza, culpa a su pareja del dolor que él siente y a la vez le recrimina que ella no hace nada por amortiguarlo. Intenta minarla exagerando, acrecentando sus errores, o inventándoselos.

Ella, condicionada por el amor, sucumbe ante él, y aparta el raciocinio de su lado. El sentimiento de culpa se enquista en el lugar donde debería habitar el sentido común hasta invadir su presente y su futuro con lágrimas y desgarros en el corazón. Su vida se la apropiado él y ella terminará siendo nada.




Cuando una manipuladora se enamora de otro hombre que no es el suyo, intenta culpabilizarlo de la ruptura. El que ayer era tierno, buena persona, comprensivo y tolerante, se metamorfosea de pronto en un ser mezquino, labrador de egoísmos, enlodador de sentimientos puros. Así consigue la coartada necesaria para no sentirse culpable por no cumplir las promesas hechas, por no ser honesta consigo misma y haber esperado a un nuevo hombre en lugar de poner las cartas sobre la mesa cuando el amor declinaba y haberse refugiado en una cueva fría, pero aislada del viento.

Reproches injustificados que trocean el alma de la víctima, desconciertan su Yo, hasta hacerle caer en las más profundas simas de la desolación, haciéndole cuestionarse lo incuestionable, para caer rendido ante el dolor y la desesperación más intentas.