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miércoles, diciembre 14, 2005

MENTIR PARA NO SENTIRSE CULPABLE

En las relaciones de pareja, cuando se termina el amor por una de las dos partes, lo más lógico sería decir la verdadera causa, que no es otra que el desamor. Pero como somos cobardes, tendemos a alargar en exceso la relación hasta conseguir hartarnos de la otra persona para que nos sea más sencillo dejarla. Así, el sentido de culpa se diluye.

Encontramos defectos donde antes no los había. Obviamos virtudes que antes nos seducían. Todo ello para disimular el cansancio, la fatiga que produce una presencia no deseada. Tendemos a crisparnos por cualquier cosa, a reprochar cualquier tontería. Con ello conseguimos que el otro también se irrite y eso hace que tengamos la coartada para seguir discutiendo hasta dejarlo. El resultado es que una relación que habría podido transformarse en amistad se convierte en un mal recuerdo por no haber sido sinceros y valientes.

Desde el punto de vista de la otra persona, de la víctima de nuestra cobardía, la cosa es todavía peor. No entiende nada. No comprende que ha cambiado; se siente culpable sin saber porqué, ya que sigue enamorada. Ese amor hace que se autoinculpe, que busque responsabilidades en sí misma. Intenta cambiar, hacer todo lo posible para sostener la relación y ve que sus intentos son infructuosos, completamente estériles. Solo recibe incomprensión y desdén. Al final, acaba odiando a su verdugo aunque siga amándolo.

El resultado de todo esto se traduce en dolor para las dos partes, pero sobretodo para el que es abandonado, ya que su autoestima sufre tal quebranto que en ocasiones le es muy difícil intentar comenzar una nueva relación ya que tiene la autoestima totalmente destrozada.