Mi foto
Nombre:

sábado, enero 12, 2008

AMISTAD CON Y SIN MAYÚSCULAS

Tal vez tenga de la amistad un concepto bastante macarra, o adolescente quizás, o tal vez primitivo.
Porque para mí la amistad es darlo todo, dar la cara por tu amigo, o dejar que te la partan, tanto metafóricamente como literalmente.

Por amistad puedo hacer cosas incluso que rebasen mis principios. Si me piden un favor lo hago, tengo que hacerlo, me veo obligado a ello, por lealtad, sin pedir explicaciones, no las necesito, no me importan. Me gusta hacer favores, me gusta arriesgarme por un amigo. No por un sentimiento altruista, sino de egoísmo, para dormir tranquilo, para autosatisfacerme con el disfrute de mi amigo.

No comprendo esas frases cobardes e insinceras como "soy su amigo hasta cierto punto", o "si fuese mi amigo ya debería saber que eso no me lo puede pedir".
Son excusas para no dar, porque ese punto, esa persona que lo marca lo pone en otro lugar cuando es ella quien pide un favor y pide lo que niega.

Dicen algunos, muchos, demasiados, el topicazo ese de que en la amistad no hay que pedir nada a cambio. Yo no sé si es porque no han pensado bien en esa frase, si es porque se comen sin digerir cualquier axioma que suene bonito, o porque hacen de la hipocresía su bandera.
Porque, vamos a ver, ¿quien que no sea masoca o idiota, o tenga problemas de autoestima, o esté y se sienta solo, da sin recibir nada? ¿Quién sigue siendo amigo de otro haciéndole favores sin cesar y cuando los pide el otro se los niega?
Lo mínimo, lo mínimo que se le pide a un amigo es agradecimiento, por mucho que cínicamente digan algunos que ni eso se pide si es verdadera amistad. Nos nutrimos de ese agradecimiento para volver a ayudar a esa persona. Sin él, es como estampar nuestro corazón contra un muro una y otra vez hasta desangrarlo.

Otros dicen que a un amigo hay que decirle siempre la verdad. Y mienten. ¿Acaso a un amigo que es feo, soso, o tonto y que por lo tanto no consigue tener pareja le decimos que no lo consigue porque es una de esas tres cosas? En absoluto; le intentaremos ocultar la realidad, se la disfrazaremos, culparemos a los demás, intentaremos darle más que sinceridad consuelo. Y si ese consuelo entraña mentiras, las decimos.
A un amigo no hay que decirle siempre la verdad. En todo caso, siempre que nos la pida. Y en ocasiones, ni siquiera entonces.

Esas personas que alardean de sinceras, de que siempre van con la verdad por delante, que te la arrojan a la cara sin venir a cuento, deberían plantearse si tienen derecho a decir “su” verdad a quien no quiere escucharla, a quien no la pide, o a quien esa verdad le puede hacer más daño que la ignorancia.