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jueves, noviembre 20, 2008

PARA TÍ, MARÍA.

Hace unos meses estaba seco de amor, con el corazón agrietado, boqueando como un pez sobre el asfalto.
Mis ojos solo veían paisajes derrotados.
Mis oídos solo escuchaban a mi soledad jurándoles que nunca me abandonaría.
Mis dedos solo acariciaban un vacío áspero que los abrasaba.
Nada tenía sabor. Todo era tan insípido como unos labios de escayola.
Mi olfato, solo sentía el olor a tumba.

Ahora, tú eres mi paisaje repleto de tréboles de cuatro hojas, milagro que me invade con un arco iris de ternura, dos sonrisas perennes, tres gotas de rocío que riegan cada día nuestro amor.

Ahora, mis aullidos apasionados de lobo estepario, los regalo a los ecos, para que te alcancen en la distancia y puedas amortajar tu soledad para siempre.

Ahora, deslizo mis manos sobre tu piel, tan suave como la aurora sobre el mar otoñal,
mientras cabalgamos por la pradera de nuestro dormitorio.

Ahora, soy un gourmet de tus caricias, un cautivo de tus besos, mientras arrullas mi lado oscuro hasta dejarlo dormido haciendo que despierte lo mejor de mi mismo.

Ahora, el hedor de mi alrededor se doblega rendido ante la fragancia que despide tu bondad, tu generosidad, tu honestidad, y tu belleza, hasta embriagarme dentro de la burbuja de nuestro mundo.

TE AMO.