Mi foto
Nombre:

miércoles, diciembre 14, 2005

SEGUNDAS OPORTUNIDADES

Ningún hombre deja a una mujer si está enamorada de ella. Si se va con otra o se aleja simplemente para iniciar una nueva vida sin ti, y luego vuelve porque dice que te echaba de menos no es porque te ame; también puede echar de menos a su coche cuando lo están reparando.
Lo que sucede es que esa otra mujer no ha cumplido sus expectativas. Lo que ocurre es que si tenía la esperanza de encontrar un nuevo amor, se ha desesperado al no lograrlo. Lo que pasa es que ha disfrutado de otros cuerpos pero no eran los cuerpos con los que soñaba bajo el suyo al verlos pasar por la calle, sino que ha tenido que conformarse con cualquier cosa, o simplemente no ha conseguido a nadie que quiera acostarse con él. Porque esa es otra, como tú estás enamorada, te crees que es más guapo, más inteligente y más seductor de lo que es; pero eso lo ves a través de una realidad que distorsiona tu amor por él. Lo más habitual es que no se haya comido una mIerda pinchada en un palo y que ese encanto que tú supones, no lo presupone ninguna más que tú.

Así que el vuelve derrotado, hecho una piltrafa, insinuándote o suplicándote una segunda oportunidad. Y tú, arrobada por su recuerdo, sin fuerzas para continuar intentar olvidarlo, cedes, te pliegas ante los recuerdos de tu pasado, ante un presente que consideras vacío sin él, y ante un futuro lleno de una esperanza cobarde.

¡Que triste es ver a una pareja que vuelve a retomar una relación! Su supuesto amor es puro artificio y dura lo que dura la ausencia de una sonrisa donde antes había risa. Los silencios son tan largos como una tarde de domingo y las caricias no son de pasión ni de ternura sino de consuelo, desesperación y resignación. Es la unión de dos soledades que sumadas no dan compañía sino una soledad eternamente más grande que la que pudiera haber sin el cuerpo del otro; porque, al menos, antes, cuando uno de los dos sufría en soledad, siempre cabía la esperanza de volver a estar juntos, o encontrar a otra persona. Ahora, ni eso. La derrota. Una derrota asumida, sin honor, vergonzosa, patética y descorazonadora.